La obra del escultor y pintor José María Navascués fue de vital importancia para la revitalización cultural en la Asturias artística de las décadas sesenta y setenta, siendo hoy considerado como uno de los artistas más singulares del panorama español de la segunda mitad del siglo XX. En su trabajo destacaba la original manera de entender la naturaleza y las formas orgánicas, con soluciones técnicas que aún siguen suscitando perplejidad. Natural de Madrid, se trasladó a Gijón en 1939 y en 1954 inició, como pintor, una etapa cubista, que desembocó luego en registros cercanos al expresionismo y la abstracción lírica. Pero su preocupación por las formas anatómicas y los procesos vitales le condujeron a la escultura,escogiendo la madera como materia primigenia, que protagoniza sus esculturas más conocidas y admiradas. Falleció en Oviedo mientras realizaba un cursillo de control mental en los locales de la parroquia de San Juan, a la edad de 45 años, en circunstancias no determinadas.